La Condesa

La Condesa

martes 5 de enero de 2010

Erzsébet Báthory, la condesa sanguinaria

 

Erzsébet Báthory era miembro de una de las familias más poderosas de la Hungría del siglo XVI, pero acabó sus días emparedada en unas cuantas habitaciones de su castillo de Catchtice. Era su castigo por haber matado y torturado a, por lo menos, 80 chicas. Erzsébet ha pasado a la historia como una mujer cruel,obsesionada por la belleza y la sangre de sus víctimas, aunque para otros fue simplemente la víctima de una conspiración para acabar con su enorme poder.
 

 


Erzsébet había nacido en 1560 en el seno de una de las más poderosas familias de la Hungría de la época, losBáthory. Por parte de madre, era sobrina del rey de Polonia; por parte de padre, prima del Gran Príncipe de Transilvania. En una época en la que la mayoría de los nobles eran iletrados, Erzsébet era una persona educada, conocía el latín, el alemán y muy probablemente el griego.

Aunque se sabe muy poco de su infancia, en un intento de encontrar una explicación a su crueldad, algunos han sugerido que podría haber sufrido algún tipo de trastorno mental desde bien pequeña. Se dice que de niña Erzsébet sufría ataques que venían acompañados de espasmos y pérdida de control. Podría tratarse de ataques epilépticos, posiblemente propiciados por la endogamia propia de su familia.

El entorno en que creció también podría haber influido en su manera de actuar. Se trataba de una época en que la violencia y el castigo corporal estaban a la orden del día. En muchos casos, el castigo físico era visto como una forma de educar. Las ofensas más triviales eran castigadas de forma desproporcionada. Es probable que durante su infancia Erzsébet se hubiera acostumbrado a los castigos brutales, viendo como trataban los oficiales de su familia a los siervos en sus fincas. Con el tiempo, Erzsébet podría haber llegado a insensibilizarse ante este sufrimiento y dolor ajeno.

Con sólo once años, algo habitual en la época, se prometió con Ferenc Nádasdy y se mudó al castillo de su familia en Sarvar. Los Nádasdys tenían fama de ser unos señores severos y algunos creen que pudo ser su futuro marido el que la inició en el pasatiempos” de torturar sirvientas. Con 14 años, según algunas fuentes, quedó embarazada de un joven campesino. Para evitar el escándalo fue recluida en unos de los castillos de la familia hasta que dio a luz, del niño y del campesino, jamás se supo nada.

Finalmente, en 1575 contrajo matrimonio con Ferenc. A la boda asistieron unos 4.500 invitados. Erzsébet conservó su apellido porque su familia era más poderosa que la de su esposo. Muy probablemente el matrimonio fue un acuerdo político entre las dos familias.

 

 

Hungría en torno al 1550


Como regalo de bodas, recibió el que se convertiría en su hogar, y más tarde su prisión: el castillo de Cachtice, situado en los Cárpatos. Junto con el castillo recibió tierras y 17 pueblos cercanos. Sólo 3 años después de la boda, en 1578, Ferenc fue nombrado comandante en jefe de los ejércitos húngaros en supermanente guerra contra los turcos.

Con su marido en la guerra, la joven Erzsébet pasaba la mayor parte de su tiempo sola ocupándose de las propiedades y negocios de la familia. Como otros nobles de la época, también se ocupaba del cuidado y protección de sus siervos, a los que en casos de necesidad les proporcionaba ayuda médica o comida. También era habitual que los hijos de los siervos que mostraban más capacidades fueran educados por la nobleza. La nobleza se beneficiaba del trabajo de los siervos y por ello tenía un cierto interés en su bienestar. Aunque la buena voluntad hacia los sirvientes dependía de cada caso en particular. Había aristócratas que se consideraban “humanistas”, pero otros se mostraban crueles con los que eran vistos como “seres inferiores”.

En 1585, Erzsébet tuvo su primera hija de Ferenc, Ana. Más tarde tendría otra niña y un niño, Ursula y András, aunque los dos morirían a edad temprana. En 1598, tendría dos hijos más, Katherine y Pál.

Era una época especialmente complicada y violenta de la historia de Hungría. Después de la victoria otomana en la decisiva de batalla de Mohács del 1526, el país había quedado partido en dos, una gran parte de Hungría, incluyendo la parte sur de la actual Eslovaquia, había quedado bajo el control turco. Pero lasfronteras no eran fijas, sino que se movían en función de los éxitos militares de las dos partes. Los turcos continuaron su expansión hasta el 1556.

Incluso durante los períodos de supuesta paz la violencia no desaparecía. Las incursiones turcas continuaban, gracias a los botines que obtenían de sus saqueos se reducía el esfuerzo que suponía para el Imperio mantener su ejército. La confiscación de suministros y las cosechas perdidas causabaninterminables hambrunas y epidemias.

Entre 1593 y 1606 estalló la Guerra Larga” contra los turcos. Prácticamente toda la nobleza húngara participó. Entre ellos, el marido de Erzsébet y el futuro palatino de Hungría, Janos Thurzó. Erzsébet, mientras, tenía que defender las propiedades de la familia que estaban en el camino a Viena. Unemplazamiento peligroso como se había demostrado en ocasiones pasadas cuando los turcos habían saqueado el pueblo Cachtice. Las posesiones cercar de Sarvar, situado próximo a la frontera entre la Hungría otomana y cristiana, corrían un riesgo aún mayor.

 

 

Ruinas del castillo de Cachtice Foto original slovakia.com 


De estos años existen testimonios de situaciones en los que Erzsébet mostró una actitud muy diferente de por la que pasaría a la historia. Varios casos en los que intercedió en favor de mujeres indigentes y un par en el que lo hizo por una mujer cuyo marido había sido capturado por los turcos y otra cuya hija había sido violada.

No obstante, otras fuentes (aunque bien podría formar parte sólo de su leyenda) dan una imagen más banal de Erzsébet. Según estas fuentes, la condesa era una narcisista que vivía obsesionada por la belleza. Acostumbraba a cambiarse de vestido cinco o seis veces al día y pasaba largas horas ante el espejo contemplando su belleza. Además, usaba todo tipo de ungüentos y aceites para conservar la blancura de su piel.

El marido de Erzsébet moriría antes de que acabara la guerra, en 1604, a la edad de 47 años. No está clara cuál fue la causa de su muerte, pero podría ser una herida en el campo de batalla o el cansancio y la tensión acumulados durante los años de guerra. Erzsébet, viuda como estaba, quedó en una situación delicada. Tenía grandes posesiones, pero no disponía de un ejército con el que defenderlas. El propio marido de Erzsébet, consciente de la situación en que quedaría su mujer si a él le sucedía algo, había pedido a la familia amiga de los Batthyányi y al propio Thurzó (aunque no eran grandes amigos, tal vez al predecir su futuro ascenso) que cuidaran de Erzsébet si él moría.

Antes de la muerte de Ferenc, ya habían comenzado a circular por la región rumores de que algo siniestro estaba sucediendo en el castillo de Cachtice. Aunque es probable, según algunos estudiosos, que su obsesión por la disciplina y los castigos creciera como respuesta a la situación de vulnerabilidad en la que se encontraba como viuda.

El ministro luterano István Magyari fue el primero que se quejó públicamente y después ante la corte de Viena sobre los asesinatos y torturas que estaban ocurriendo en el castillo. Sin embargo, las autoridades tardaron varios años en actuar. No fue hasta 1610 cuando el rey Matías II pidió al Palatino de Hungría, Janos Thurzó, que investigara el caso. Debido al enorme poder de Erzsébet y la gravedad de la acusación, la investigación tuvo que ser llevada con la máxima discreción.

Thurzó envió a dos notarios a la zona para reunir pruebas en marzo de 1610. Incluso antes de obtener ningún resultado, Thurzó intentó llegar a un acuerdo con el hijo de Erzsébet, Pál, y con sus dos yernos. Un juicio y una ejecución habrían causado un escándalo público y habrían arruinado la reputación de una familia noble e influyente que en aquel tiempo gobernaba sobre Transilvania. Además, las propiedades de los Báthory hubieran sido incautadas por la corona. El acuerdo inicial era encerrar, secretamente, a Erzsébet en un convento de monjas
 


Sin embargo, todo cambió cuando se comenzó a sospechar que entre las víctimas de Erzsébet no sólo había jóvenes sirvientas y campesinas, sino que también había hijas de pequeños nobles. En ese momento se decidió que Erzsébet tenía que ser puesta bajo arresto domiciliario, aunque su castigo no pasaría a más.

El 30 de diciembre de 1610, Thurzó acudió al castillo de Cachtice y arrestó a Erzsébet y a cuatro de sus sirvientes, acusado de cómplices. Según se cuenta, los hombres de Thurzó encontraron una chica muerta y otra agonizando. Otra más estaba herida y eran varías las que estaban encerradas en los subterráneos del castillo.

Los notarios interrogaron a más de 300 testigos. El acta del juicio recoge el de los cuatro cómplices y trece testigos. Además de nobles y sacerdotes, también se interrogó al personal del castillo de Cachtice. Según todos estos testimonios, las primeras víctimas habían sido chicas campesinas locales, a las que Erzsébet atrajo al castillo con trabajos de sirvienta muy bien pagados. Fue más tarde cuando comenzó a asesinar a hijas de la pequeña aristocracia que habían sido enviadas a ella por sus padres para aprender etiqueta y protocolo.

Según muchos estudiosos, este fue su gran error, las hijas de los siervos no interesaban a nadie. De hecho, la única perjudicada era ella, pues eran “su” propiedad. Pero el rey y la nobleza no podían permitir que mataran a hijas de los suyos.

Después de enterarse que también había jóvenes nobles entre sus víctimas, y aunque habían acordado que Erzsébet quedaría bajo arresto domiciliario, el rey pidió que fuera condenada a muerte. Aunque bien pudiera ser que detrás de este interés del rey por hacer justicia, sólo se escondiera un intento para evitar pagar lagran deuda que había contraído con el marido de Erzsébet, y de paso hacerse con las tierras de la familia. Sin embargo, Thurzó, muy probablemente ayudado por las influencias de la familia Bathory, pudo convencer al rey que la ejecución de Erzsébet afectaría al prestigio de toda la nobleza, por lo que el juicio fue pospuesto indefinidamente.

No corrieron la misma suerte sus cómplices, que no eran nobles, que fueron llevados a juicio el 7 de enero de 1611. Los procesados fueron acusados de brujería y prácticas paganas. Como era habitual en la época, el testimonio de los acusados y de muchos de los que testificaron en su contra fue obtenido mediante torturas e intimidaciones, y en muchos casos la descripción de las torturas era de oídas. Las atrocidades que se describieron durante la vista incluían largas sesiones de azotesquemaduras o mutilaciones de manos, o incluso de la cara o los genitales; obligar a las víctimas a comer su propia carne arrancada de brazos o de otras partes; causar la congelación de las víctimas hasta su muerte; matarlas de hambre abusos sexuales.

En muchos casos, las víctimas sufrían semanas de torturas antes de morir. Según Raymond McNally, autor del libro “Dracula was a woman”. Erzsébet y sus cómplices seleccionaban como víctimas las chicas que tenían pinta de estar más sanas, porque eran las que más tiempo aguantarían.

Según sus cómplices, Erzsébet no sólo había cometido sus crímenes en el castillo de Cachtice, sino también en otras de las propiedades de la familia en Sarvar, Sopronkeresztur y Viena. Además de sus cómplices directos, otras personas se encargaban de proporcionar las jóvenes, que en algunos casos eran secuestradas. Algunos de los padres de las víctimas afirmaron en el juicio haber visto indicios de torturas en los cadáveres de sus hijas. Erzsébet y sus cómplices solían atribuir las muertes de sus sirvientas a causas naturales o accidentes y las chicas tenían un entierro cristiano. En otras ocasiones, sin embargo, parece ser que optaban por enterrarlas a escondidas en sitios sin marcar cada vez más y más lejos del castillo.

Como pena, a Dorottya Szentes y Ilona Jó les fueron arrancadas las uñas y después las arrojaron al fuego. Fickó, al considerarse que su grado de culpabilidad era menor, fue decapitado antes de enviarlo, también, a las llamas. Katarína Benická fue sentenciada a cadena perpetua, al considerarse que sólo había actuado así por la presión que las otras mujeres habían ejercido sobre ella.

Se rumoreaba que existía un quinto cómplice, una mujer de la que poco se sabe llamada Anna Darvulia. Según parece, podría haber ejercido una gran influencia sobre los gustos sádicos de Erzsébet. En cualquier caso, Anna murió mucho antes del juicio
 


Durante el juicio, Erzsébet había sido confinada en unas cuantas habitaciones de su castillo cuyas ventanas y entradas habían sido totalmente tapiadas, a excepción de una pequeña apertura a través de la cual le hacían llegar la comida y otras para que entrara el aire. Su reclusión sin ver la luz del sol duraría más de 3 años, el 21 de agosto de 1614, sus guardianes la encontraron muerta. Había varios platos de comida sin tocar, por lo que probablemente hubiera muerto unos días antes.

Quisieron enterrarla en el cementerio de Csejte, aunque ante la oposición de los aldeanos que no querían tenerla en su cementerio, fue enterrada en su lugar de nacimiento, que era el de procedencia de su familia, Nagyecsed. Antes de su muerte, de acuerdo con su testamento, la fortuna de Erzsébet había sido repartida entre sus hijos.

La estimación del número de víctimas de Erzsébet difiere entre unas fuentes y otras. El número más alto que se da es de 650, aunque parece poco probable que un número tan alto de mujeres pudiera haber desaparecido sin dejar rastro, especialmente, en un tiempo en el que país estaba bastante despoblado. Durante el juicio, dos de sus cómplices, Szentes y Fickó, dijeron haber ayudado a torturar durante sus años de servicio a unas 35 mujeres cada uno. Los demás dieron un número aproximado de 50 o más. Y varios sirvientes estimaron que habían sacado del castillo entre 100 y 200 cadáveres.

Fue otro testigo el que testificó que eran 650 las víctimas listadas en el diario secreto de Erzsébet. Este es el número que ha pasado a figurar en la leyenda de Erzsébet. Se dice, aunque parece poco probable, que los diarios se conservan en los archivos del estado de Hungría. En cualquier caso, de ser cierto que los diarios existen y aún se conservan, ninguno de los gobiernos húngaros ha creído conveniente hacerlos públicos.

Uno de los aspectos que más ha trascendido de la leyenda de Erzsébet es su obsesión por la sangre. Fue por casualidad, un día al dar una bofetada a una sirvienta que unas gotas de la sangre de la chica fueron a parar a su piel. Después de secarse la sangre, se dio cuenta que las partes de la piel sobre las que había ido a parar la sangre habían rejuvenecido. Fue entonces cuando Erzsébet descubrió el secreto de la eterna juventud y empezó a bañarse en la sangre de sus víctimas.