El griego....

 

Eclesíades Petrakas nació en Atenas, Grecia. Hijo de un abnegado sacerdote de la iglesia ortodoxa y madre ama de casa, pasó su infancia en el seno de una familia numerosa, tenía once hermanos, siendo él el menor. Su madre, fanática de la educación tántrica, lo amamantó hasta los cinco años. Fue a esta edad cuando Eclesíades mordió el pezón de su madre hasta arrancarlo. De este hecho se desprende el sobrenombre de su madre, la Tuerta Petrakas. Eclesíades se educó en una escuela de férrea disciplina religiosa y en la modalidad de internado. Él se internaba en las camas de los religiosos que la tenían férrea. Así, saltando de cama en cama, pasó la infancia de Eclesíades. Este estupro del que formó parte marcaría su vida, pues cada vez que Eclesíades se internaba en la cama de algún religioso, era su problema. Así se lo decían los clérigos: "Estupro, Eclesíades, estupro blema". Un año más tarde escapó del instituto con rumbo a Londres. Allí escuchó por vez primera un disco de los Rolling Stones, fue en ese momento cuando decidió su futuro: "Serié asesino en sere... digo... seré asesino en serie", se dijo así mismo. Y comenzó a definir su perfil psicológico. "Mataré prostitutas", pensó. "O mejor, mataré vírgenes". "Nonono... ya sé... mataré prostitutas vírgenes". Esa misma noche preparó todo. Robó un par de negocios para poder contratar a las prostitutas. Se dirigió hacia la zona de las prostitutas y encaró a la primera. Se la llevó, le pagó, se la garchó y allí se dio cuenta que no era virgen. La dejó ir y fue por otra. Le pagó, se la garchó y... tampoco era virgen. Así pasó toda la noche. Agotado, en la mañana contabilizó quince prostitutas y mucho dinero perdido. Y un fuerte dolor en los huevos. A la semana de realizar esta tarea cayó gravemente enfermo, se había contagiado gonorrea, blenorragia, sífilis y sarpullido inglés (de lejos parece sarna y de cerca es). Esta última enfermedad desembocó en su pronta castración. Así, sin huevos y sin pija, hubo de cambiar radicalmente sus planes. Ya no mataría prostitutas vírgenes, de aquí en más perseguiría y aniquilaría policías honestos. La castración le trajo dos problemas fundamentales. Uno, lentamente comenzó a gustar de meterse cosas en el ano. Celulares, botellas de cerveza, computadoras portátiles, todo lo que haya estado a su alcance pasó por su culo. Y dos, al no tener huevos cayó en la cuenta de que los calzoncillos le quedaban grandes y ya no le servían. 
Eclesíades comenzó a engordar, su voz se le fue afinando lentamente y sus tetas crecieron. O sea, se transformó en un verdadero monstruo: gordo, tetón y con voz chillona. Esto lo llevó a esconderse durante el día y recorrer los suburbios londinenses durante las húmedas noches londinenses de Londres. Una de esas noches le sucedió algo que nunca pudo olvidar, se reencontró con su padre, quien le dijo: 
- ¿Qué carajo te pasó que estás gordo, tetón y con voz chillona? 

Él, avergonzado corrió por las calles londinenses de Londres. Corrió y corrió hasta que comenzó a sentir una humedad cada vez más insoportable. Se dio cuenta que había llegado hasta el canal de la mancha, de hecho, estaba ahogándose en él. Allí mismo se embarcó rumbo a Francia, donde sí podría dar rienda suelta a su profesión de asesino en serie. Ya en Francia buscó prostitutas vírgenes mas no las encontró. Buscó policías buenos y políticos honestos. Buscó mujeres calladas y rubias inteligentes. Al no tener éxito en su labor cayó en una profunda depresión, era un pozo. Se limpió un poco la tierra y siguió caminando. Caminó y caminó hasta sentir una humedad cada vez más insoportable. Pero no, no era el canal de la mancha. Se había meado encima. Fue cuando decidió terminar con su vida. Escarbó dentro de sus bolsillos y rescató unas pocas libras esterlinas que aún le quedaban. Fue hasta una armería, quería terminar con todo. Compró una pistola y balas. Cargó la pistola y en el momento de guardarla se le escapó un tiro que, pura casualidad, dio en la frente del vendedor de armas. Eclesíades quedó perplejo. Una sensación increíble de poder atravesó su cuerpo. En ese mismo momento se dio cuenta de todo. Había encontrado su verdadera profesión: "seré un asesino de vendedores de armas". Y así comenzó su carrera delictiva de delitos delictivos. Primero fue en Francia, trescientos cincuenta y tres vendedores de armas muertos. Luego Dinamarca, ciento cuarenta y cinco vendedores muertos. Y luego Finlandia. Y Japón. Australia. Mozambique. Miles de vendedores de armas muertos de la misma forma: un disparo en la frente. Su historia fue famosa en el mundo. El mismísimo Papa preguntaba por él: "Quien es este fillio de putanna merda". Eclesíades Petraka llevó su mente criminal por todo el mundo. Aún hoy ninguna policía del mundo lo ha podido encontrar. Juran haberlo visto en tres lugares el mismo día. Dicen que a sus asesinados les come el corazón. Dicen muchas cosas de Eclesíades Petrakas, el "Griego de la Muerte", el "Mastín de las Armerías", el "Gordo Asesino", son algunos de sus alias.